El motor y la medialuna
Entre la mente, el cuerpo y la química del cambio
En el mundo del desarrollo profesional y personal se hace mucho foco en la persona. “Las cosas pasan si querés que pasen.”
“Si no se te da, es porque tenés el foco puesto en otro lado.”
“No hay nada bueno ni malo, está recontra bien que quieras vivir tu vida siendo un mediocre.”
Y muchas cosas más que se escuchan por ahí. Todas (o la gran mayoría) haciendo alusión a tu total capacidad de crear la vida que querés.
Un poco sí, y un poco no. Es cierto que está en tus manos conseguir un auto, terminar una carrera, empezar o cambiar de relación. Vos sos dueña/o de tu futuro. Comparto, firmo y comulgo con esa idea. Ahora… a veces quiero, pero no puedo. O mejor dicho, no puedo del todo.
🧩 Si existiera una fórmula mágica…
Si hubiera una fórmula mágica para tener la vida que querés, podrían pasar dos cosas:
- Todos estaríamos viviendo en la casa de nuestros sueños, con siete carreras universitarias, hijos nacidos sin dolor y cenando Melona tres veces por semana (si no conocés el helado Melona, empezá terapia porque en algo estás fallando).
- O el que descubrió la fórmula estaría flotando en un río boca abajo, porque seamos sinceros: mucha gente perdería dinero con la felicidad ajena.
No hay fórmula mágica. Tenemos una persona muerta en un río. ¿De qué me estás hablando, Esteban?
Paciencia, ahora te cuento.
⚙️ El conductor y el auto
Desde el desarrollo profesional y personal trabajamos desde la sanidad, desde el “vos tenés el poder”. Se clarifica, se entrena, se incorpora, se cambia. Es un proceso.
Pero muchas veces queda por fuera algo muy importante: la química de tu cabeza.
Es cierto que sos el conductor de tu vida, pero un conductor sin auto es como un caballo sin patas. Tu mente y tus emociones conducen, tu cuerpo es el vehículo. Y por más ímpetu que tengas para viajar hacia otro país, con las ruedas desinfladas y el motor averiado no vas a llegar muy lejos.
🧠 Voluntad abstracta + voluntad física
Lo que quiero traer acá es la importancia de cuidar el cuerpo. Tenemos una voluntad abstracta —esa fuerza interna que impulsa a ser cada día mejor— y una voluntad física.
Ambas tienen que estar sincronizadas para lograr un crecimiento fluido. La disciplina, la claridad, la lingüística, la introspección, la toma de decisiones… son parte del mundo abstracto. Pero necesitan aplicarse sobre lo corporal y material: el mundo de lo medible y tangible.
🔬 Ejemplo práctico
Quiero cambiar mi cuerpo. Logro claridad y decido cambiar (voluntad abstracta). Pero estoy tan acostumbrado a comer dulces que me cuesta mucho. Este “comer dulce” se mide: el sistema de recompensa de la dopamina (concreto y medible) está alterado.
Por ende, mantener un proceso de cambio físico para alguien que no come dulces es más fácil que para alguien que se inyecta medialunas rellenas.
Las ruedas se inflan, el motor se abre y se limpia. Lo mismo pasa (en una situación no patológica) con nuestra mente. Hay que limpiarla para que fluya. A veces el comienzo de esa limpieza es la simple —y no siempre fácil— acción de dejar de intoxicarla.
🍩 Las medialunas invisibles
¿Y si lo que te frena para lograr eso que querés no es la falta de disciplina o foco? ¿Y si son las medialunas?
Hay medialunas en las dietas, en las relaciones, en el trabajo, y en los procesos de cambio. Siempre hay dulces que nos desconfiguran el motor. ¿Esto qué significa? Que tal vez no te falta fuerza divina para lograr algo extraordinario… tal vez tenés el motor sucio.
Y acá comienza un proceso no placentero: limpiar el motor. Repito: no placentero.
Por un lado, con toda tu convicción, le ponés cosas positivas a tu vida (terapia, ejercicio, nuevos hábitos). Por otro, tenés la posibilidad de limpiar. Son dos cosas diferentes, ambas importantes.
Agregale nafta a tu proceso, pero no te olvides de limpiarlo.
Y si no anda bien el auto, no siempre es falta de nafta. A veces tenés que desarmar y limpiar.
💡 Mente, cuerpo y resultados
La importancia está en que si no tenés esto en cuenta, podés llegar a pensar que no es para vos o que no tenés lo que se necesita. Podés sacar una conclusión apurada: “no tengo disciplina”, “no tengo foco”, “no sé lo que quiero”.
Pero también puede ser que todo eso esté alineado y sea tu mente la que esté tan desconfigurada, que lo único que puede ver sean medialunas.
Nuestras rutinas moldean. El estrés es cortisol. La melatonina ayuda al sueño. La serotonina se relaciona (buscalo) con la felicidad y la depresión.
La forma en que vivimos está unida a la química de nuestro motor.
Tenelo en cuenta para tu próxima meta: preparate “abstractamente” para lograr eso que querés, pero también considerá tu cuerpo, y cómo está.
Y si está sucio, empezá a limpiarlo sabiendo que va a ser un proceso no placentero. Una medialuna puede darte más placer que un tomate… pero no es mejor combustible.
¡Viví tu vida como quieras vivirla!
– Esteban

Grandes rieles..
Para esta locomotora..